Cuenta la leyenda que fue el dios
Quetzalcoátl (“Serpiente emplumada”) el que transmitió a los toltecas esta
receta, una de las más populares en Mesoamérica a pesar de que la globalización
ha conseguido que en la actualidad todas las cocinas se adueñen de ella como si
no costara.
Desde Estados Unidos hasta Japón
pasando por Europa, aunque casi siempre asociado a la emergente gastronomía
mexicana; esta salsa se ha convertido en una de las más ingeridas del planeta
gracias a su sencillez y a su capacidad para complementar con relativo acierto
desde las fajitas hasta el sushi.
En cualquier caso la receta ha
servido para dignificar el aguacate, un fruto cuyo nombre procede del término
“testículo” en la lengua náhuatl (su recogida estuvo prohibida a las mujeres
durante algún tiempo por su semejanza con esta parte de la anatomía masculina)
y que, en cantidades mesuradas, supone un excelente aporte de vitaminas y
proteínas.
INGREDIENTES
-
Dos aguacates
-
Dos tomates
-
Media cebolla
-
Dos ramas de cilantro
-
Sal
-
Pimienta
-
Media lima
Preparación
1.
Partir los aguacates por la mitad, quitarles el
hueso y vaciar su contenido con una cuchara.
2.
Aplastarlos con un tenedor hasta formar una
pasta de consistencia cremosa.
3.
Pelar la media cebolla y picarla muy fina.
4.
Repetir el mismo proceso con el tomate retirando
las pepitas.
5.
Añadirlo todo a la pasta de aguacate y mover con
el tenedor hasta que se mezclen los ingredientes.
6. Echar sal y pimienta al gusto y posteriormente verter
el zumo de media lima para evitar que se oxide. Volver a mezclar todo bien.
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